Debido a la Copa del Mundo en nuestro país, el torneo tuvo un formato distinto, jugado antes y después del mundial, en dos etapas. Calificamos a la segunda fase con varios jóvenes de la cantera y con Paulino Sánchez como nuestro entrenador interino, ya que cinco de los nuestros y el “Güero” Cárdenas representaron a México en el mundial y lo guiaron más lejos de lo que nunca antes había llegado, hasta los cuartos de final.
En la segunda fase, ya con los mundialistas de regreso, ganamos 10 de los 14 partidos, el último en el clásico de Hidalgo ante el Pachuca en nuestra casa, el 10 de Diciembre, con el que aseguramos nuestro segundo título de liga, y también fue totalmente con jugadores mexicanos como Gustavo “Halcón” Peña, Héctor Pulido, Fernando Bustos, Javier “Kalimán” Guzmán, Antonio Munguía, Octavio “Centavo” Muciño Javier Sánchez Galindo, Juan Manuel Alejándrez, Rafael Hernández Pat o el arquero Roberto Alatorre.
Pero no fue nuestro único trofeo del año, ya que en diciembre conseguiríamos el bicampeonato de la Copa de Campeones de CONCACAF.
El 17 de julio diríamos adiós al Estadio 10 de Diciembre, en el último partido de la temporada ante los Pumas de la UNAM. Ese fue el primer torneo con formato de liguilla en nuestro país, y para la temporada 1971-72 tendríamos una nueva casa, la más grande de México.
El majestuoso Estadio Azteca, inaugurado apenas cinco años atrás, que un año antes vio a Pelé y Brasil levantar su tercera Copa del Mundo, nos abrió las puertas con su capacidad de 110 mil espectadores. Fuimos el quinto equipo en jugar en la capital del país, y compartíamos el Coloso de Santa Úrsula con el América, Atlante y Atlético Español.
A finales de este año, por primera vez en la historia, Cruz Azul recibió en su plantilla a jugadores extranjeros. El primero de todos debutó el 4 de diciembre: el chileno Alberto Quintano. En plena Navidad debutaría otro extranjero, un portero argentino que le conocían como “El Gato”: Miguel Marín. Esta temporada también llegarían el paraguayo Eladio Vera, otro argentino, Alberto Gómez, y un joven delantero mexicano: Horacio López Salgado.
Mucho era nuevo en Cruz Azul. Nueva casa, nuevas caras, ahora también extranjeras, nuevo uniforme, dejando el short azul por el short blanco, y nuevo escudo, uno que influyó todos los que le siguieron.
En marzo se jugó el hexagonal de la Copa de Campeones de CONCACAF con los campeones de seis países de la zona, incluyendo a La Máquina. Después de cinco partidos, todos jugados en Guatemala, los Cementeros y el Alajuelense terminamos empatados en puntos, por lo cual se jugó un “desempate”, virtualmente una final, el 19 de abril en el Estadio Azteca.
Por marcador de 5-1 vencimos al campeón costarricense, y nos consagramos tricampeones de la CONCACAF, algo que solo emuló el Monterrey 41 años después.
En liga fuimos superlíderes otra vez, y en la liguilla por el título solo avanzaron cuatro equipos. Remontamos la semifinal ante el Guadalajara de forma agónica, con goles de Bustos y Muciño en los 16 minutos finales para el global 2-1. En la final, la primera de liga para La Máquina, encontraríamos al campeón vigente: el América.
A partido único, con lleno total, el Estadio Azteca vio nacer el Clásico Joven el 9 de julio. Goles de Pulido, Victorino, y doblete de Muciño, más el descuento de Enrique Borja, y el marcador final fue un contundente 4-1. Ese año ya habíamos eliminado a las Águilas de la Copa, les quitamos el invicto en liga, les arrebatamos a López Salgado, y los goleamos en la Gran Final. Tercer título de liga para La Máquina, y era apenas el inicio.
Otra vez, superlíderes. 19 victorias en 34 partidos. En la semifinal, drama. El Atlas se había puesto 2-0 arriba en el primer tiempo gracias a Ricardo Chavarín. En la segunda parte, Pulido, López Salgado y Muciño nos dieron el agónico triunfo, 3-2, en el Jalisco. La vuelta, en el Azteca, vio a cinco atlistas expulsados tras protestar el gol de López Salgado, y con ello, el partido se suspendió y Cruz Azul estaba en otra final.
En frente, el sublíder León. Dos batallas a muerte, que terminaron en empate, significaron que todo se definiría en un tercer partido en campo neutral. La batalla de Puebla fue el 19 de junio: comenzó ganando el equipo esmeralda, el “Kalimán” Guzmán nos dio el empate, y un autogol de Davino en tiempo extra nos dio el triunfo, y nuestro cuarto título de liga, en la cancha del Estadio Cuauhtémoc.
A finales de año, sin cinco titulares, alcanzaríamos nuestra segunda final de Copa, que terminaríamos perdiendo.
Por solamente un punto, pero fuimos superlíderes otra vez. Solo tres perdidos de 34 jugados, siendo la mejor ofensiva y defensiva del torneo 1973-74. En semifinales vencimos al Puebla por global de 7-2, y llegamos a la final buscando el tricampeonato. El rival: nuestro “vecino”, el Atlético Español, que sorprendió al sublíder Monterrey por global de 6-5.
La ida fue complicada: Eladio Vera descontó en los últimos cinco minutos para el final de 2-1 con desventaja para los Cementeros. En la vuelta, el 19 de mayo, también en el Azteca y ante 100 mil aficionados, la goleada 3-0 nos dio el tricampeonato, algo que solo el Guadalajara había conseguido antes en México, y en solo 10 años en Primera División ya éramos el segundo equipo más campeón de liga, con cinco.
Una semana después cobramos revancha de la final de Copa perdida. El Campeón de Campeones enfrentó nuevamente al América y Cruz Azul por un título en el Estadio Azteca. Los azulcremas se fueron al frente, pero dos goles en el segundo tiempo, de Ocampo y Vera, nos permitieron levantar nuestro segundo trofeo en siete días.
Año de cambios en La Máquina. Después de nueve años, 327 partidos dirigidos, 164 victorias, cinco ligas, una Copa, dos Campeón de Campeones y un tricampeonato de CONCACAF, Raúl Cárdenas diría adiós a Cruz Azul. Sus marcas siguen imborrables en la historia del club.
A su vez, no se consiguió el tetracampeonato, pero sí hubo un campeón: Horacio López Salgado, con sus 25 goles, se convertiría en el primer líder de goleo Cementero.
Directamente desde la Selección Mexicana encontramos al reemplazo del “Güero” Cárdenas. Con sus cinco títulos de liga a cuestas llegó Ignacio Trelles en noviembre.
La Máquina estaba en transición, pero alistándose para otra etapa gloriosa.
Cinco años después, otro superliderato, con la mejor defensa del campeonato por 11 de diferencia. Tras cuatro temporadas cayendo en liguilla, “Don Nacho” rearmó la plantilla y regresó al equipo a la gloria. Caras nuevas, como Cornero, Jara Saguier, Lugo, Mendizábal, Rubio o Camacho, fueron clave en la nueva era.
Finalizamos primeros en la segunda fase sobre Toluca, América y Atlético Potosino, lo que nos llevó a la Gran Final ante los Pumas, que jugaban su tercera final al hilo.
Por 163 minutos nadie se hizo daño, 90 en C.U. y 73 en el Azteca, cuando el paraguayo Carlos Jara Saguier abrió el marcador para los Celestes. A dos del final, otra vez López Salgado apareció para el 2-0 definitorio.
Cruz Azul era campeón -otra vez-, en el Estadio Azteca -otra vez-, ante 110 mil espectadores -otra vez-, pero la novedad era “Don Nacho” en vez del “Güero” en el banquillo. El primer día de julio levantamos nuestro sexto título de liga.
Lastimosamente, el 23 de septiembre se nos adelantó una leyenda. Fernando Bustos, quien estuvo con el club desde la Segunda División y levantó un total de 13 trofeos con La Máquina, falleció en un accidente automovilístico.