Encontramos una nueva casa. Luego de nueve años de entrenar en el seminario de Acoxpa, la Cooperativa Cruz Azul terminó la construcción del nuevo centro de alto rendimiento en un amplio predio en Xochimilco que habían adquirido en 1986.
Tras cuatro años de espera, las nuevas instalaciones del club en la colonia La Noria abrieron sus puertas el 10 de octubre. Consideradas desde sus inicios como una de las más modernas y ecológicas de América Latina, las instalaciones de La Noria se han consolidado como un espacio de primer mundo, y que seguimos llamando nuestra casa hasta el día de hoy.
Tercer lugar general. 91 goles, mejor ofensiva del torneo y máximo histórico del club en una temporada. Carlos Hermosillo, bicampeón de goleo con 35 romperredes, el máximo en 47 años. Y, con Luis Fernando Tena pasando de auxiliar a DT a media temporada, llegamos a la primera final en seis años.
Fue una liguilla donde nunca salimos de la capital del país. En cuartos de final eliminamos a Pumas agónicamente, gracias al gol de “Lupillo” Castañeda al 92’ que nos dio el pase por posición en la tabla. En semifinales, el Clásico Joven. 1-1 la ida y 2-1 la vuelta, ambos en el Estadio Azteca, y dejamos en el camino al América de Leo Beenhakker.
La Gran Final fue en el mismo escenario, ahora ante el equipo del momento: el Necaxa. Goles de Alex Aguinaga e Ivo Basay les dieron su primer título.
Fue el tricampeonato de goleo de Carlos Hermosillo y nuestro primer superliderato en 17 años. Sin embargo, tras caer en cuartos se terminó la primera era del “Flaco” Tena.
Víctor Manuel Vucetich llegó a La Noria, y nueve juegos después, volvimos a levantar un trofeo. En la Copa México fuimos líderes del Grupo 4, eliminamos en penales a Tigres en semifinales, y volvimos a nuestra antigua casa, el Estadio 10 de Diciembre, para la Gran Final. El 3 de agosto, con goles de Hermosillo y el brasileño “Pintado”, levantamos nuestro segundo trofeo copero sobre el Toros Neza de varios Azules del pasado y futuro, como Enrique Meza, Pablo Larios, Federico Lussenhoff y Guillermo Vázquez.
Una semana después, ante el mismo rival, jugaríamos el primer partido en nuestra nueva casa, la tercera en Primera División: el Estadio de la Ciudad de los Deportes, rebautizado como Estadio Azul en nuestro honor. Tras 25 años y cuatro ligas levantadas en su cancha, dejamos el Estadio Azteca, y tuvimos nuevamente un estadio solo para el Cruz Azul.
El 3-0 sobre el Toros Neza dio inicio a una nueva era, además de que significó el comienzo de los torneos cortos.
Tras dos torneos cortos sin liguilla y un breve interinato de la leyenda Azul, Jesús del Muro, como nuestro DT, volvió Luis Fernando Tena para el Invierno 97.
Además, se incorporaron jugadores como Benjamín Galindo, Héctor Adomaitis, y los arqueros Jorge Campos y Nicolás Navarro, aunque el titular del equipo fue mayoritariamente Óscar “Conejo” Pérez.
Antes del inicio del torneo, en julio, viajamos a Guatemala para jugar la Ronda Final de la Copa de Campeones de la CONCACAF, a la cual habíamos avanzado desde enero.
Tras un empate ante el Necaxa y un triunfo con doblete de Adomaitis sobre el local Comunicaciones, el 20 de julio enfrentábamos al Seattle Sounders, y con una victoria éramos campeones. El partido terminó 11-0 a favor de La Máquina, con hat-tricks de Hermosillo y del paraguayo Julio César Yegros. Fue nuestra cuarta copa continental, y la quinta llegaría muy pronto… de hecho, menos de un mes después. Un torneo distinto, el primero con equipos de la MLS, y con formato de partidos únicos a matar o morir.
Un 5-0 sobre el Comunicaciones de Guatemala en el Azul, y un 3-2 sobre el Guadalajara en Washington, DC, nos llevaron a la Gran Final en la capital de los Estados Unidos contra el LA Galaxy. Un memorable 5-3 que incluyó una remontada celeste de un 0-2 abajo, y un gol de Jorge Campos para Los Ángeles, portero en el primer tiempo y delantero en el segundo, días antes de unirse a nuestra plantilla, nos dio nuestro quinto título de CONCACAF, más que nadie en ese momento.
Ya de regreso en México, en el Invierno 97 fuimos sublíderes, perdiendo solo dos partidos de 17 y recibiendo menos de un gol por partido, lo que nos consagró como la mejor defensa. En cuartos, un global de 5-1 sobre el Atlas nos llevó a semifinales, donde vencimos 2-1 en el global al Atlante. En la Gran Final, otro viejo conocido: el superlíder León, el mismo rival contra quien ganamos nuestro primer y tercer título.
La ida, en el Azul, la ganamos 1-0 gracias a Benjamín Galindo. La vuelta, el 7 de diciembre, en la misma cancha donde alzamos nuestra primera liga 28 años antes. Un gol de Missael Espinoza llevó todo a tiempo extra, con un expulsado por bando. Al minuto 99, Ángel David Comizzo, portero esmeralda, tiró y pateó en la cara a Carlos Hermosillo, provocando un claro penal por el cual ni siquiera fue amonestado. Un Hermosillo con sangre en la cara y la playera, quien apenas había entrado de cambio por una fractura de costillas, anotó el penal, el más importante de sus 196 goles con la casaca Azul, y con ello nos dio el octavo título de liga – el primero definido con gol de oro en la historia de México.
Ese combinado de canteranos, como “Conejo”, Joaquín Moreno, Omar Rodríguez, Francisco Palencia o Héctor Altamirano, junto con grandes refuerzos mexicanos como Hermosillo, Galindo y Castañeda, o extranjeros como Yegros, Adomaitis o el peruano Juan Máximo Reynoso, le dio a Cruz Azul su octava estrella, y su tercer trofeo en menos de cinco meses.
Ya sin Hermosillo, pero con nuevas caras como el futuro campeón del mundo, Mauro Camoranesi, Agustín Delgado o Francisco Gabriel de Anda, La Máquina hizo honor a su mote siendo una aplanadora en el Invierno 98: superlíderes, solo una derrota, mejor ofensiva y mejor defensiva, y 40 puntos, récord hasta entonces en torneos cortos.
Fuimos especialmente imbatibles en el Estadio Azul, ganando ocho de nueve, anotando 25 y solo recibiendo cuatro. Sin embargo, la maldición del superlíder nos acechó, y caímos en cuartos de final.
Un Verano 99 que fue bueno, marca perfecta de local con ocho triunfos, el tercer lugar general y la eliminación al Guadalajara en cuartos de final, que terminó en semifinales ante Atlas.
Para el Invierno 99, con algunas nuevas caras como “Matute” Morales, Latorre y Pinheiro, nuevamente alcanzamos una Gran Final.
En cuartos, 5-3 global sobre el Necaxa, y en semis, 2-1 sobre el América en el Clásico Joven. En la estancia final, el antiguo clásico de Hidalgo. En el Estadio Azul, y en tiempo extra, Pachuca consiguió su primer título con gol de oro.